viernes, 23 de diciembre de 2011

Coltán – Viaje al Corazón de las Tinieblas

  
“Vive simplemente para que otros puedan simplemente vivir”    -  Ghandi

El Coltán, mineral también conocido como “oro azul”, se encuentra en el corazón de lo que llaman la guerra del “Play Station” o la “Primera Guerra Mundial Africana”, cuyo escenario es la RDC (Republica Democrática del Congo). La RDC posee cerca del 80% de las reservas mundiales de este apetecido mineral grisáceo utilizado en casi todo dispositivo electrónico: teléfonos móviles, GPS, satélites artificiales, armas teledirigidas, televisores de plasma, ordenadores portátiles, PDA, MP3, videoconsolas... De ahí el nombre de la guerra del Play Station.


“Haremos desde aquí un sintético viaje al África Central” guiados por la siguiente explicación de Ramiro de Altube  de Afrol News:

De acuerdo a lo que parecen ser propiedades físico-químicas ‘mágicas’, este mineral es fundamental para las industrias de aparatos electrónicos, centrales atómicas y espaciales, misiles balísticos, video juegos, […], etc. Sin embargo el 60 % de su producción se destina a la elaboración de los condensadores y otras partes de los teléfonos celulares. El coltán permite que uno de los sueños occidentales se haga realidad, con él las baterías de los minicelulares de bolsillo mantienen por más tiempo su carga, ya que los microchips de nueva generación que con él se elaboran optimizan el consumo de corriente eléctrica…

El gran aumento de la demanda ha hecho establecer un mercado ilegal paralelo en el África central. Nótese el resultado de esta nueva ‘fuerza del mercado’: 3 millones de muertos en cuatro años. Veamos.

Allá
han puesto sus ojos, sobretodo en los últimos diez años, las grandes multinacionales: Nokia, Ericsonn, Siemens, Sony, Bayer, Intel, Hitachi, IBM y muchas otras. Se han formado en la zona toda una serie de empresas (muchas de ellas ‘fantasmas’) asociadas entre los grandes capitales transnacionales, los gobiernos locales y las fuerzas militares (estatales o ‘guerrilleras’) para la extracción del coltán y de otros minerales como el cobre, el oro y los diamantes industriales. Las grandes marcas comenzaron la disputa por el control de la región a través de sus aliados autóctonos, en un fenómeno que la misma Madeleine Albright llamo la primera guerra mundial africana’.

En las minas aluvionales trabajan diariamente más de 20.000 mineros, bajo un sistema represivo organizado por las fuerzas militares y los poderes locales - de los dos bandos en disputa. Estas pagan a los trabajadores unos diez dólares por kilo de coltán (que en el mercado de Londres cotiza alrededor de 250-300 dólares) y exigen además a estos para ‘permitirles’ trabajar que se pongan con una cucharada diaria del mágico mineral, especie de tributo en especie, con el que recaudan alrededor de un millón de dólares mensuales
.

Las minas de coltán
La fuerza de trabajo aquí utilizada esta compuesta fundamentalmente por ex campesinos y ganaderos (luego de que se devaluara la producción agrícola congoleña para la exportación - algodón y otros productos), que se alejan por largos periodos de sus comunidades y familias, refugiados, prisioneros de guerra (sobretodo hutus) a los que se les promete una reducción de la condena, además de miles de niños de la región, cuyos cuerpos pequeños pueden fácilmente adentrarse en las minas a ras de tierra. El reclutamiento de esta mano de obra opera en una doble dimensión, mercantil y coercitiva, en un doble mercado de trabajo. Las zonas mineras y las zonas de operación militar terminan por confundirse. Las migraciones frecuentes desde otras regiones hambreadas (entre 5 000 y 10 000 personas por año) son, muchas veces, definitivas, si observamos el número de muertos."



El Río Congo.  Arte de LibriVox.org
" Me proponía descansar un momento a su sombra, pero en cuanto llegué tuve la sensación de haber puesto el
pie en algún tenebroso círculo del infierno. Las cascadas estaban cerca y el ruido de su caída, precipitándose ininterrumpida, llenaba la lúgubre quietud de aquel bosquecillo (donde no corría el aire, ni una hoja se movía) con un sonido misterioso, como si la paz rota de la tierra herida se hubiera vuelto de pronto audible allí.

"Unas figuras negras gemían, inclinadas, tendidas o sentadas bajo los árboles, apoyadas sobre los troncos, pegadas a la tierra, parcialmente visibles, parcialmente ocultas por la luz mortecina, en todas las actitudes de dolor, abandono y desesperación que es posible imaginar. Explotó otro barreno en la roca, y a continuación sentí un ligero temblor de tierra bajo los pies. El trabajo continuaba. ¡El trabajo! Y aquél era el lugar adonde algunos de los colaboradores se habían retirado para morir.
"Morían lentamente... eso estaba claro. No eran enemigos, no eran criminales, no eran nada terrenal, sólo sombras negras de enfermedad y agotamiento, que yacían confusamente en la tiniebla verdosa. Traídos de todos los lugares del interior, contratados legalmente, perdidos en aquel ambiente extraño, alimentados con una comida que no les resultaba familiar, enfermaban, se volvían inútiles, y entonces obtenían permiso para arrastrarse y descansar allí. Aquellas formas moribundas eran libres como el aire, tan tenues casi como él. Comencé a distinguir el brillo de los ojos bajo los árboles. Después, bajando la vista, vi una cara cerca de mis manos. Los huesos negros reposaban extendidos a lo largo, con un hombro apoyado en el árbol, y los párpados se levantaron lentamente, los ojos sumidos me miraron, enormes y vacuos, una especie de llama blanca y ciega en las profundidades de las órbitas.
Aquel hombre era joven al parecer, casi un muchacho, aunque como sabéis con ellos es difícil calcular la edad. Lo único que se me ocurrió fue ofrecerle una de las galletas del vapor del buen sueco que llevaba en el bolsillo. Los dedos se cerraron lentamente sobre ella y la retuvieron; no hubo otro movimiento ni otra mirada.   - Marlow

Marlow, protagonista de El Corazón de las Tinieblas (The Heart of Darkness), novela de Joseph Conrad, es un marino que hace unos 120 años navega el barco de una importadora de marfil y que termina siendo testigo de la esclavitud y del saqueo particularmente brutal que sufrió el pueblo congolés a manos del Rey Leopoldo II de Bélgica. Su relato aunque remoto, nos da una vaga idea del sufrimiento existente hoy en día detrás de un conflicto que ha dejado 10 millones de muertos desde que comenzó en 1996, según expertos que trabajan en el Congo RDC, y supervivientes congoleños.  Pero… ¿Quién habla de esto? ¿Los noticieros? ¿La prensa occidental?  La familia Bookolengo, originaria del Congo Kinshasa, nos habló del horror que todavía se vive en su país, el cual continúa habitando el “corazón de las tinieblas.


Los Bookolengo


Afrol News continua explicando la situación :

En otros términos: el capital, por lo tanto, no se encarga de la totalidad de la reproducción de esta fuerza de trabajo, que además de aportar en la producción de plusvalía (del coltán), aporta una especie de renta en trabajo metamorfoseada. Superexplotación: los mineros dan valor al coltán con su trabajo, pagan un tributo al estado local y además trabajan para conseguir los medios de supervivencia, alimento y refugio. Superbeneficio para el capital invertido que obtiene tasas de ganancia exorbitantes realizadas con el sustento indispensable de la represión y el trabajo forzado. Como es tradicional en África, el racismo, la xenofobia y la ideología discriminatoria en general, son esenciales para el funcionamiento de este doble mercado de trabajo (asalariado y forzado - no libre). Aquí se monta específicamente en los conflictos interétnicos: son reclutados en especial los pigmeos y los hutus.
La patronal de las grandes empresas, los gobiernos de la región y los organismos internacionales ‘explotando la contradicción de la superexplotación’ pretenden jugar el rol de mediadores entre los semiesclavizados trabajadores y las bandas militares xenófobas. La ONU propone un embargo provisorio de la mercadería. Mientras tanto las ONGs y los ecologistas denuncian la extinción de los monos! En lo que constituye un sentimiento humanista maravilloso, titulan: “Los teléfonos celulares agravan la situación de los gorilas del Congo”. Y quieren que las mismas empresas que acumulan su capital aquí a sangre y fuego inviertan en proyectos de ayuda para el tercer mundo!. En Angola y en Sierra Leona el tráfico de diamantes financia y necesita de una guerra muy similar desde hace años. Hace unos meses, el 30/7 de este año se celebró una fantochada de acuerdo de Paz entre Kagame y Kabila. ¿Quién fue el intermediario? El vicepresidente de Sudáfrica, país capitalista de primer orden, de donde provienen muchos de los capitales que explotan las minas congolesas. Se regularan quizás, es decir, se legalizaran, las relaciones de explotación. Pero la masacre continua.

Las multinacionales no han necesitado aquí muchos planes de modernización, se benefician de la fuerza de trabajo casi gratuita, un ejército industrial de reserva que vive en una pauperización absoluta en muchos casos. Esto, como es evidente, limita las posibilidades de desarrollo de un mercado interno y de una burguesía industrial local. Sólo quedan para ésta el control del comercio ilegal de armas y materias primas. La llamada transferencia de valor de la periferia hacia el centro significa que de la totalidad de la plusvalía producida en estos países, a costa de millones de muertos, las grandes multinacionales, acaparan la mayor parte, justificadamente de acuerdo a la concentración de sus capitales.
Sobre la tumba de los 2000 niños y campesinos africanos que mueren por día en el Congo, podemos, distraídos, seguir usando nuestros celulares.”  Ramiro de Altube de Afrol News.


La idea no es ser anti-celular ni anti-tecnología.  Pero sí seres humanos responsables y realmente informados.




"Junto al mismo árbol estaban sentados otros dos haces de ángulos agudos con las piernas levantadas. Uno, la cabeza apoyada en las rodillas, sin fijar la vista en nada, miraba al vacío de un modo irresistible e intolerante; su hermano fantasma reposaba la frente, como si estuviera vencido por una gran fatiga. Alrededor de ellos estaban desparramados los demás, en todas las posiciones posibles de un colapso, como una imagen de una matanza o una peste. Mientras yo permanecía paralizado por el terror, una de aquellas criaturas se elevó sobre sus manos y  rodillas, y se dirigió hacia el río a beber. Bebió, tomando el agua con la mano, luego permaneció sentado bajo la luz del sol, cruzando las piernas, y después de un rato dejó caer la cabeza lanuda sobre el esternón.

"No quise perder más tiempo bajo aquella sombra y me apresuré a dirigirme al campamento. Cerca de los edilicios encontré a un hombre vestido con una elegancia tan inesperada que en el primer momento llegué a creer que era una visión. Vi un cuello alto y almidonado, puños blancos, una ligera chaqueta de alpaca, pantalones impecables, una corbata clara y botas relucientes. No llevaba sombrero. Los cabellos estaban partidos, cepillados, aceitados, bajo un parasol a rayas verdes sostenido por una mano blanca. Era un individuo asombroso; llevaba un portaplumas tras la oreja.  Estreché la mano de aquel ser milagroso, y me enteré de que era el principal
contable de la compañía, y de que toda la contabilidad se llevaba en ese campamento. Dijo que había salido un momento para tomar un poco de aire fresco  - Marlow (The Heart of Darkness)

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